Un choque entre esquiadores en Jackson Hole, Wyoming, dejó una víctima fatal y reflotó el debate sobre el impacto de la velocidad en los centros de esquí y la necesidad de medidas más estrictas para prevenir más muertes.
El mundo blanco tuvo una triste noticia en Jackson Hole, donde un choque entre dos esquiadores a mediados de abril resultó en la muerte de uno de los involucrados. Peter Wuerslin, un instructor de 71 años, falleció a causa de una hemorragia intracraneal tras la colisión con un esquiador de 34 años, cuya identidad no se reveló.
El equipo forense del condado de Teton, declaró el fallecimiento de Wuerslin como un homicidio, al considerar que el esquiador de 34 años no mostró la prudencia necesaria al sobrepasar a Wuerslin, quien bajaba por la pendiente. El choque sigue siendo investigado por la Oficina del Sheriff, y todavía no está claro si se presentarán cargos penales contra el esquiador involucrado.
El esquiador declaró haber visto a Wuerslin bajando por la pendiente, pero pensó haber dejado suficiente espacio para pasarlo, aunque, según el relato, Wuerslin giró inesperadamente, lo que provocó el accidente.
Esta fatalidad generó debates en los últimos días sobre la necesidad de tomar medidas más efectivas para prevenir estos choques mortales. La mayoría de los centros de esquí cuentan con señalización en pista para reducir la velocidad en zonas de riesgo o muy transitadas, pero la cuestión se centra en si es suficiente para prevenir los accidentes. Algunos resorts piensan quitarle el pase de esquí a quienes no respeten las velocidades, aunque muchos creen que no es la solución.