ENTREVISTA A: SEBA GRAVIOTTO
Pasión con forma
de montaña
Hola! Soy Seba Graviotto. Conocí la nieve a los 8 años,
en San Martín de los Andes. Viajé con mis viejos.
Nunca voy a olvidar la sensación increíble de ver nevar por primera vez.
Durante el camino, mi papá iba contándonos como bajaba la
temperatura y cuando por fin llegó a cero, ví caer los copos. Magia.
Bajamos todos y jugamos mucho rato.
Hoy a mis 33 años y después de muchas temporadas, te puedo decir
que la montaña me crió, me formó, marca un antes y un después al
momento de tomar mis decisiones. Quienes como yo hayan nacido
en la ciudad, seguramente entenderán lo que digo cuando digo que
la vida en la montaña y su entorno tiene “otra velocidad”.
MIS COMIENZOS
A los 19 años decidí ir a vivir a Bariloche. Comencé ahí mi carrera como instructor. Pude perfeccionarme y concretar en Catedral mi instructorado
Nivel 1. Después, en Ushuaia, seguí aprendiendo hasta llegar a Nivel 3.
Hice doble temporada y viajé por el mundo con mis tablas. Pasaba 9 o 10
meses del año en la nieve. Siempre reconocí una energía común entre la
gente de montaña. En Bariloche, en Ushuaia, en Europa, en Japón... la
energía de aquellos que se crían en ese mundo es compartida y es especial.
Como les contaba, primero fueron mis viejos, después el colegio y después
la montaña. Así soy quien soy… Hoy que tengo una hija y quizás ya no pase
esquiando el tiempo que pasaba antes, pero sigo conectado de la misma
manera mágica.
Le agradezco a la vida la conexión que tengo con la montaña y su gente.
No existe en la montaña un “día ideal”. En mis comienzos, cuando solía viajar una semana o dos a lo sumo, siempre tenía la ilusión de que hubiese buena nieve, de que cayera un paquetón y los días de sol acompañaran… después, la comunión que se produce con todo lo que te rodea en ese entorno te demuestra que “el día ideal” lo generás vos mismo.
He subido con condiciones de visibilidad 0, mucho viento y frío… y sin embargo, te encontrás con un amigo y empezás a randonear y pasas la nube y hacés una bajada y compartís y resulta, que lo que para alguien podría haber sido un mal día en el inicio, se transforma en “tu día ideal”.
No lo esperés, calzate las tablas y salí a buscarlo.
“HAY QUE ATRAVESAR ESTE MOMENTO, TENER PACIENCIA. TENEMOS QUE JUNTAR GANAS PARA CUANDO SE PUEDA… LA MONTAÑA SIEMPRE VA A ESTAR.”
Son dos deportes diferentes con muchas (muchas) conexiones. Tengo la suerte de practicarlos a ambos y si alguien me pidiese un consejo sobre cuál de los dos elegir… sin dudas… le diría que los dos, que trate de hacer snowboard y no deje de hacer esquí. Cada uno te da sensaciones diferentes que todos deberíamos poder experimentar alguna vez.
ELEGIR LA MONTAÑA
Lo mejor del Snowboard está en las sensaciones que te permite alcanzar el ancho que tiene la tabla en la nieve powder.
En el esquí, la velocidad y los giros que te permiten sus dos puntos de apoyo (en el snow sólo hay uno) son para mi sus puntos fuertes en nieve más consolidada.
Hoy por hoy sin embargo, la tecnología que se aplica en ambos deportes permite que cada uno aprenda del otro para que los dos mejoren.
Hace 11 años soy Profe y si bien se trata de gustos, recomendaría que los peques arranquen por el esquí y si después te tira la tabla, andá por ella.
Lo mejor… como les dije… hacer los dos.
Ser Instructor fue una elección.
Cómo les debe haber pasado a muchos, un día mi viejo me preguntó “qué quería hacer con mi vida?”
y le respondí sin dudar que me gustaría estar en la montaña y enseñarle a los demás todo lo que aprendí.
Es mi vocación y me siento un privilegiado. Me considero un docente y disfruto cuando veo al otro progresar.
Soy feliz por poder laburar de lo que me gusta.
Tengo mil experiencias en cientos de montañas, muchas muy grosas.. pero quisiera contar seguramente una de las más fuertes porque es la que primero viene a mi memoria.
Mi primera bajada de antorchas como Instructor.
De chico los admiraba cada vez que los veía hacerlo. Un día por fin me tocó. En la cumbre, de noche, todos con las antorchas encendidas, piel de gallina en todo el cuerpo y alguna lagrima en las antiparras. Con mi campera de Instructor, recordé lo que veía con mi familia, ese “objetivo que me parecía imposible” cuando era un pibe y el concretarlo, verdaderamente me emocionó.
Tuve la suerte de viajar este año a Estados Unidos con Winter Channel y al volver, se desató toda esta locura que estamos viviendo. Mi sensación es de tristeza al ver las dificultades que enfrentan los centros de esquí en Argentina y la imposibilidad de ofrecer una temporada con la montaña a full. Sé lo que uno se ilusiona esperando cada año el poder ir a la nieve y no tener la posibilidad de hacerlo me genera la misma tristeza que imagino le genera a muchos.
Hay que atravesar este momento, tener paciencia. Tenemos que juntar ganas para cuando se pueda…la montaña siempre va a estar.