Los meses de mayo, junio, julio y agosto de este invierno serán recordados como los segundos más extremos desde principios de los años sesenta del siglo pasado.
Tanto en julio como en agosto de 2024, las mínimas han permanecido constantemente bajas ubicándose entre -2 y -7.5°C en varias regiones como la provincia de Buenos Aires, el Sur de Córdoba y el Sur de Santa Fe. Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires, registró la menor temperatura del período, con -7.8°C.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires, el día 10 de julio se registró la medición más baja de la historia. Fue en El Palomar, según indicó el Servicio Meteorológico Nacional. Las térmicas fueron inferiores a -7°C en ese sector del oeste del conurbano.
El fenómeno extremo se destacó también en la Capital Federal porque desde el año 1980, la ciudad de Buenos Aires no registraba tantos días consecutivos con temperaturas por debajo del cero, el punto de congelamiento.
La Organización Meteorológica Mundial ha explicado que “en todo el mundo se están produciendo fenómenos meteorológicos extremos, ya sea el frío, el calor, las inundaciones o las lluvias”.
El cambio climático se caracteriza por acentuar características negativas para el ser humano tanto por exceso como por defecto.
Sudamérica es el único lugar que estuvo frío durante tantas semanas porque en el resto del globo la temperatura media mensual global sigue batiendo récords de calor desde mediados de 2023.
La circulación de frío fue notable en Argentina debido a pulsos de aire polar que provinieron desde una Patagonia siempre cubierta de nieve. Por lo tanto, esas masas llegaron congeladas al centro y norte del país, no tuvieron chance de calentarse.
La persistencia de mínimas muy bajas favoreció que se hayan producido heladas en casi la mitad de las provincias argentinas y que las aguas de cientos de lagunas y arroyos se hayan congelado en zonas que abarcaron la provincia de Buenos Aires, La Pampa, sur del Litoral, Córdoba y Mendoza.