Recrear la nevada mortal de El Eternauta fue uno de los mayores desafíos de la serie. Sin nieve real, el equipo trabajó una fórmula artificial y un sistema de rodaje inédito en el país para lograrlo.
Ver nevar en Buenos Aires es raro. En El Eternauta, esa imagen improbable se vuelve clave: una nevada mortal cae sobre la ciudad y lo cambia todo. La nueva serie basada en la obra de Oesterheld tenía el desafío de mostrar eso de forma convincente… sin nieve real.
La producción lo resolvió con una mezcla bastante específica: sal entrefina, celulosa y eco-snow. Cada uno aportaba algo distinto. La sal servía para darle peso y textura al piso. La celulosa agregaba volumen y, el eco-snow —una especie de polietileno biodegradable— flotaba en el aire, simulando esas partículas que caen sin parar.
La mezcla no se derretía, no mojaba y se podía controlar. Para cubrir el set se necesitaban más de 3.000 metros cuadrados de nieve artificial por día. El equipo se encargaba de montarla y luego limpiar todo durante la noche, en jornadas que llegaban a durar más de doce horas.
Gran parte del rodaje se hizo en verano, en locaciones como el shopping Soleil, que fue transformado para que se parezca a una Buenos Aires de los años cincuenta. Carteles, fachadas, semáforos: cada detalle fue reconstruido digitalmente para que coincidiera con la época.
Además del trabajo manual, hubo tecnología. Se usó Virtual Production, una técnica que permite combinar escenografía física con pantallas LED en tiempo real. Es el mismo sistema que se usó en series como The Mandalorian, aunque adaptado a las condiciones de una producción argentina.
Más allá del resultado visual, el trabajo fue minucioso. La serie necesitaba que la nieve no solo se viera real, sino que transmita eso que propone la historia: una amenaza silenciosa, envolvente. Para lograrlo, no se apeló a efectos espectaculares sino a una ambientación calculada milimétricamente.
