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Arrancó septiembre: ¿qué se espera para lo que queda del invierno?

Heladas, viento y algunas nevadas marcaron el inicio de septiembre. Pero, ¿qué dicen los pronósticos para lo que viene?

 

La Patagonia empezó septiembre con un clima que todavía no suelta el invierno. En los primeros días se sintieron heladas bien marcadas, viento fuerte y hasta algunas nevadas puntuales en zonas de la cordillera y el sur más extremo. Nada fuera de lo común para la región, pero sí un recordatorio de que en esta parte del país la primavera siempre tarda en hacerse sentir.

En Tierra del Fuego, por ejemplo, las temperaturas se mantuvieron bajas y las ráfagas del sur hicieron que la sensación térmica fuera todavía más cruda. En distintas localidades cordilleranas se repitió la misma postal: mañanas heladas, aire frío y un clima que por ahora sigue más cerca del invierno que de la primavera.

 

 

De cara a lo que viene. Los pronósticos marcan que esta temporada será más cálida y seca de lo habitual. Es decir, después de este arranque fresco, se espera que las temperaturas vayan en aumento y menos lluvias en camino. 

Ese combo abre un escenario particular. Por un lado, se habla de temperaturas que podrían estar por encima de lo normal e incluso alcanzar picos poco comunes para la época. Por otro, la falta de agua suma preocupación, porque impacta de lleno en actividades productivas, en el uso de la energía y, claro, en la vida diaria de quienes viven en el sur.

Si miramos el mapa del país, el panorama no es el mismo en todos lados. Mientras en el centro y este las lluvias se mantendrían dentro de lo esperado, en Cuyo y el noroeste podrían darse tormentas más abundantes de lo normal. La Patagonia, en cambio, quedaría con la vara baja: menos agua y más calor.

 

 

Lo que viene es una primavera con dos caras. Por un lado, esos clásicos días ventosos y helados de septiembre, que nos hacen dudar si el invierno realmente terminó. Y por el otro, una tendencia marcada hacia un clima mucho más cálido y seco, que va a obligar a acostumbrarse rápido a una temporada distinta en el sur del país.

Tras un invierno con poca nieve en la cordillera de los Andes, la primavera patagónica enfrenta desafíos adicionales. La menor acumulación de nieve no solo afecta a las estaciones de esquí, sino que también reduce la disponibilidad de agua al deshielo, lo que se suma a las condiciones secas previstas para la temporada. Este escenario se ve potenciado por el cambio climático, que provoca un aumento gradual de las temperaturas y modifica los patrones de precipitaciones, generando contrastes más marcados entre períodos fríos y olas de calor inusuales.

 

 

 

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