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El cambio climático y el futuro del esquí: la alarma de la FIS y la OMM

El cambio climático está transformando radicalmente el futuro de los deportes invernales. Es por eso que la FIS y la OMM alertaron sobre los impactos devastadores en la nieve y el turismo de montaña, poniendo en riesgo la supervivencia del esquí y el snowboard.

 

La Federación Internacional de Esquí y Snowboard (FIS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se unieron para alertar sobre el impacto devastador del cambio climático en los deportes de invierno y el turismo de montaña. En una colaboración sin precedentes entre una federación deportiva y una agencia de la ONU, ambas organizaciones buscan evidenciar cómo el calentamiento global está poniendo en jaque a las regiones montañosas que dependen de la nieve.

El presidente de la FIS, Johan Eliasch, fue claro: “El cambio climático es una amenaza existencial para el esquí y el snowboard”. Los deportes de nieve, que movilizan a millones de turistas cada temporada, ya están sufriendo las consecuencias de un clima cada vez más impredecible y cálido.

 

Foto: Organización Metrorológica Mundial.

 

Durante la última temporada 2023/2024, 26 carreras de la Copa del Mundo tuvieron que ser canceladas por cuestiones meteorológicas. Pero más allá de las competencias suspendidas, el problema es mucho más profundo: el retroceso de los glaciares y la reducción de la capa de nieve están afectando no solo a la industria del turismo, sino también a las comunidades de montaña que dependen de estos recursos para su subsistencia.

Celeste Saulo, Secretaria General de la OMM, destacó que la crisis climática no solo arruina vacaciones, sino que provoca “repercusiones de gran envergadura” en los ecosistemas de montaña y en las economías locales. La criosfera, que incluye todas las partes heladas de la Tierra, está disminuyendo a un ritmo alarmante, afectando desde la generación de energía hidroeléctrica hasta el abastecimiento de agua dulce.

 

Minamiuonuma, Japón (Getty).

 

Los estudios científicos no dejan lugar a dudas. Un informe publicado en Nature Climate Change reveló que, sin nieve artificial, entre el 53% y el 98% de las estaciones de esquí europeas sufrirán escasez de nieve con un calentamiento global de 2°C a 4°C. Suiza, sede de la FIS y la OMM, ya perdió el 60% del volumen de sus glaciares desde 1850, y las nevadas en altitudes bajas se redujeron drásticamente desde los años 70.

Lo más preocupante es que la isoterma de 0°C (la altitud a la que el agua empieza a congelarse) subió de 600 a 850 metros en las últimas décadas, y los escenarios para 2060 sugieren que podría alcanzar entre 1.300 y 1.500 metros si no se toman medidas drásticas para frenar el cambio climático.

 

Foto: Organización Metrorológica Mundial.

 

Frente a esta realidad, la FIS y la OMM firmaron un memorando de entendimiento que entrará en vigor en la temporada 2024/2025, con el objetivo de impulsar la gestión de la nieve y mejorar el uso de datos científicos para mitigar el impacto climático en los deportes de invierno. Una de las primeras iniciativas será un seminario el 7 de noviembre, en el que se abordarán las herramientas de pronóstico para ayudar a las estaciones de esquí a enfrentar las nuevas condiciones climáticas.

El panorama es incierto. El cambio climático no solo está amenazando el ocio de quienes disfrutan del esquí y el snowboard, sino también las economías locales que dependen de los ingresos turísticos. Los centros de esquí, que alguna vez fueron emblemas de aventura, hoy enfrentan desafíos sin precedentes.

 

‘Melted Gondola’, la obra de arte en la cima de la montala de Aspen para concientizar sobre el cambio climático. (Aspen Snowmass).

 

El acuerdo entre la FIS y la OMM es un paso clave para visibilizar la crisis y tratar de mitigar sus efectos, pero el camino por recorrer es largo. Si no se toman medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, el esquí podría convertirse en un deporte reservado para unas pocas regiones privilegiadas. La nieve, que alguna vez fue sinónimo de disfrute, corre el riesgo de volverse un recuerdo lejano en muchos de los destinos que hoy conocemos.

 

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